El icónico programa Erasmus continúa adelante y comienza su curso más difícil. Sus miles de participantes representan mejor que nadie el espíritu y valores europeos.

Desde Reykjavik a Estambul, hay pocas personas en el viejo continente que no hayan oído hablar, aunque sea de pasada, del programa insignia de la UE. Un nombre que retrae al renacimiento y que resulta interesante para políticos, académicos, caseros y hosteleros: Erasmus. Tras 33 años de existencia, el programa se enfrenta a su curso más complejo.

Cuando el gran Manuel Marín anunciaba la creación de un programa de intercambios para jóvenes que buscaba “el objetivo de la motivación personal de estos jóvenes, que van a tener oportunidad de viajar, conocer otras realidades nacionales...sobre el leitmotiv fundamental de Europa, su construcción, sus posibilidades y también, por qué no decirlo, sus propias contradicciones”, dudo que, incluso en la más optimista de sus perspectivas, pensase que el programa llegaría en 30 años a más de 10 millones de participantes, y que se convertiría en una referencia a nivel global en el ámbito de los programas de intercambio. También dudo que el Sr. Marín pensase que hasta los vendedores de durums y çay turco acabarían por conocer perfectamente la existencia del programa, como yo pude comprobar durante mis 10 meses de estancia en Estambul. Pero, al igual que otros tantos aspectos del proceso de integración, Erasmus superó cualquier expectativa y hoy en día es uno de los elementos centrales del espacio público europeo (eslovacos, estonios o portugueses conocen y hablan por igual del programa), aparte de una efectiva herramienta de diplomacia blanda y promoción de Europa en el mundo. 

El creciente número de movilidades de dimensión internacional permiten que estudiantes de más de 150 países de todo el mundo realicen movilidades en Universidades europeas, y que estudiantes europeos realicen movilidades en todo tipo de destinos. Pero, además, el renombre internacional del programa ha conseguido que estudiantes de México o Singapur, que realizan movilidades gracias a convenios bilaterales entre Universidades, no duden en decir que “están de Erasmus”, en una muestra más del llamado “efecto Bruselas” por el que nuestra Unión crea progresivamente estándares globales. 

En 2014, con el nuevo Marco Financiero Plurianual, los programas en materia de aprendizaje de la Unión se unieron en “Erasmus+”, aprovechando el tirón comunicativo de la marca Erasmus. El programa proporciona oportunidades de aprendizaje a más de 800.000 personas cada año, contribuyendo a una Europa más preparada, más social y más inclusiva. Además de las famosas movilidades, se financian proyectos de innovación educativa, de reforma de políticas y de participación ciudadana, entre otros. Gracias a  Erasmus+, por muy poco dinero para los contribuyentes europeos (14.7 miles de millones de euros en el periodo 2014-2020, un 1,4% del total del Marco Financiero Plurianual), tenemos una Europa mejor para todos.

El principal colectivo por número de participantes en Erasmus+ es, como no podía ser de otra manera, el estudiantado universitarios. Desde 1987, un número cada vez mayor de universitarios europeos (de poco más de 3000 en 1987 a 320.000 en 2018) afronta septiembre de una manera muy distinta a lo habitual: incontables despedidas de final de verano, equipajes comprimidos en los que es imposible meter todo, primeros días de temida burocracia en la Universidad, contactos precarios con la lengua local y un sinfín de where are you from? son algunos de los elementos definitorios del inicio de la experiencia. Estos inicios vienen marcados por una intensa combinación de emociones: ilusión, curiosidad, nervios… Poco a poco, lo que resultaba ajeno se siente como propio. Los extraños se convierten en amigos, y los secretos de la ciudad se van descubriendo uno a uno. Se trata de un proceso mágico. Después de 33 años de “septiembres erasmus”, nos toca afrontar nuestro comienzo más complejo.

Tras los meses tan difíciles de la pasada primavera, muchos se preguntaban si el icónico programa continuaría este semestre. Clases online o bimodales, limitaciones de viaje y bares cerrados hicieron que la gente dudara de si realmente tenía sentido que el programa continuase operativo. Para los miles de estudiantes que ya tenían sus movilidades asignadas, renunciar parecía la única opción. Pero todas aquellas personas involucradas en Erasmus lo teníamos claro: siempre que las circunstancias lo permitieran, y aún con las modificaciones que fuera necesario llevar a cabo, merecía la pena que el programa continuase este cuatrimestre. Así lo comunicó la Comisión Europea a finales del curso pasado, y así lo han hecho un importante número de Universidades de todo el continente. En el caso de las Universidades Españolas, ya en junio la Comisión Sectorial de Internacionalización y Cooperación  de CRUE publicó un documento analizando las medidas a aplicar en los distintos escenarios, mostrando así el compromiso con continuar con la movilidad siempre que las circunstancias lo permitan.

La Comisión Europea, Agencias Nacionales Erasmus+ y Universidades han buscado dar la máxima flexibilidad al estudiantado que iba a realizar movilidades este cuatrimestre. En ese contexto, muchos han optado por aplazar su movilidad al segundo cuatrimestre o posponer para cursos posteriores. También se ha aplicado flexibilidad con los formatos combinados o blended mobility, para que los estudiantes puedan comenzar (o finalizar) su docencia online y posteriormente trasladarse a su ciudad de destino, donde deberán permanecer un mínimo de 3 meses presencialmente (nada de “Erasmus online”, que efectivamente, suena un poco a contradicción), siguiendo lo recogido en la Guia del Programa Erasmus+. Por ello, las noticias sobre cómo Erasmus ha pasado a ser online buscan el clickbait fácil, pero no representan la realidad.

Si bien son muchos los que han cancelado o pospuesto sus movilidades, otros muchos estudiantes han decidido seguir adelante con el inicio de sus experiencias Erasmus para este cuatrimestre. España recibirá, aproximadamente, el 40% de estudiantes respecto al primer cuatrimestre anterior, y enviará cerca de un 50%. Esto quiere decir que, a pesar de la situación, serán miles los estudiantes que recibiremos en nuestro país, y miles los estudiantes españoles que saldrán a otros países a realizar sus movilidades. La convicción de estos estudiantes de continuar con sus movilidades destroza cualquier tipo de estereotipo del programa, y ayuda a mantener viva la llama de nuestra Unión en un momento especialmente delicado

Gracias a estos estudiantes, miles de clases de Universidad, sean online o presenciales, contarán con una mayor diversidad de perspectivas, de ideas y de formas de entender el mundo. Miles de pisos de estudiantes, de Atenas a Dublín, unirán a personas que tardarán muy poco en descubrir todo lo que tienen en común, a pesar de sus aparentes diferencias. Conversaciones, trabajos en grupo, debates, cafés, cenas, cervezas y un sinfín de pequeños detalles ayudarán a seguir construyendo el sueño de una auténtica ciudadanía europea, mascarilla mediante.

En este semestre tan poco habitual, los miles de estudiantes Erasmus que se unen a la cada vez más numerosa Generación Erasmus no estarán solos. Cientos de voluntarios y voluntarias de Erasmus Student Network se encargaran de asegurar que, a pesar de todas las circunstancias adversas, los estudiantes disfruten de la mejor experiencia de su vida. Desde finales del curso pasado, voluntarios de las 38 asociaciones locales de ESN España han estado preparándose para un curso adaptado, en contacto con las Universidades y el resto de instituciones involucradas. Todo esto, tras haber enviado más de 500 paquetes a estudiantes afectados por la pandemia que dejaron parte de sus pertenencias en ciudades españolas al volver a sus países de origen.

En las últimas semanas, los días de bienvenida o “Welcome Days” han dado comienzo en muchas de nuestras Universidades. Son días fundamentales para el inicio de la experiencia Erasmus: descubrir la ciudad, practicar el idioma y conocer a nuevos amigos con los que se compartirá el curso son algunas de sus claves. Gracias al esfuerzo de los voluntarios y voluntarias de ESN España, los erasmus de este cuatrimestre han podido disfrutar de unos Welcome Days totalmente adaptados: grupos pequeños, actividades al aire libre y medidas de protección e higiene han aseguran que los estudiantes disfruten de su experiencia Erasmus respetando todas las indicaciones. Rutas turísticas, tándems o actividades deportivas han ayudado a que los nuevos erasmus comiencen a conectar con sus ciudades y compañeros.

Será un semestre distinto, pero la Generación Erasmus continuará enriqueciendo nuestras Universidades, alegrando nuestras ciudades y mejorando nuestra Unión. Todas las personas que creemos en los valores comunes que guían a Europa debemos estar contentos y orgullosos de contar con un programa que nos ha dado tanto por tan poco. Y todas las personas que creemos en la importancia de la ciudadanía activa y la participación de la juventud debemos estar agradecidos y orgullosos de contar con voluntarios como los que componen Erasmus Student Network, los líderes de la Generación Erasmus. Como ya dijo el presidente Juncker, ellos representan todo lo que es bueno de nuestra Unión.

Juan Rayón González - Presidente de ESN España y erasmus en Estambul (2015/2016)

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